16 de marzo de 2013

Historia de la XIII Centuria (I). La Cruzada de la Esperanza.

Salve lectores,

De nuevo en fin de semana, este largo por el puente, y para que os entretengáis un ratillo os pongo un nuevo relato mío. Tras revisar todo lo que he escrito he visto que hay una linea común. De modo que me he puesto cambiar algunas cosas, mejorar un poco el estilo y darle cierta coherencia argumental. Y de todo ello ha salido una serie de relatos coherentes que espero que disfrutéis y que os gusten tanto como a mi escribirlos. Intentaré que todos las semanas haya una entrada con uno de ellos.

El hilo argumental principal son las andanzas de mi ejercito principal, mis nurglosos, como vimos en la entrada anterior. Todo tiene un comienzo, y el comienzo fue la llamada del Gran Padre para que lucharan por convertir una cruzada imperial en una de plaga. Y esto es lo que sucedió...

Una nueva ola de esperanza recorre el Imperio de la Humanidad. En un lejano planeta del Ultima Segmentum han aparecido numerosos signos de un renacimiento del Imperio. Es Khimerrha, un pequeño planeta desértico, cuya única riqueza son las grandes reservas de promethium que hay bajo su superficie salpicada por grandes refinerías. En poco tiempo se ha convertido en el destino de cientos de millones de peregrinos. Todo empezó en el 342.M42, en la Imperial Fábrica de Tapices Ierushalaim. En la fábrica, situada en los arrabales de la ciudad colmena capital planetaria, empezaron a aparecer extrañas siluetas en las telas dejadas al sol para secarlas tras tintarlas. En un principio nadie les dio importancia, una simple curiosidad; sin embargo, Petrus d´Armignan, un sacerdote de la Eclesiarquía local, creyó reconocer las siluetas de reverenciados santos del Imperio. Con un viejo pictógrafo tomó imágenes que hizo llegar a la oficina del Cardenal del Ministorium del sector, el cual ante la posible veracidad del milagro organizó una comisión investigadora que rápidamente partió al sistema. Tras detenidos estudios decretaron que las siluetas correspondían a los santos y oficialmente declararon el milagro. Mientras el Cardenal del sector lo comunicaba a su señor, el Gran Eclesiarca en Terra, que vio como su poder e influencia entre los Altos Señores de la Tierra crecía.

El tiempo pasaba y las siluetas seguían apareciendo cada vez más nítidas, incluso con borrosas letras en alto gótico que formaban mensajes de esperanza. Miles de peregrinos empezaron a llegar al planeta atraídos por las noticias del milagro y por los rumores de quién leía los mensajes de esperanza de los tapices encontraba el fin de sus penas. Petrus d´Armignan fue nombrado Obispo de Khimerrha y en poco tiempo se hizo con todos los resortes del poder del sistema, sin embargo, no era un líder capacitado por más que tuviera millones de seguidores entre los peregrinos, era un místico no un administrador. Pronto empezaron los problemas, la producción de promethium bajo dramáticamente. Una catástrofe para el sector entero ya que era uno de los principales productores y exportadores del combustible. A lo que había que añadir que con tanto peregrino en el planeta los alimentos, alojamiento y equipamientos de primera necesidad escaseaban peligrosamente. La escasez provocaba constantes disturbios por todo el sistema. Pronto las unidades de Adeptus y las fuerzas de la FDP fueron superados. La gente moría a millares. Sin embargo, lo más preocupante para las autoridades era que muchos de ellos morían en extrañas circunstancias. Sus cuerpos aparecían terriblemente mutilados o sin sangre, y entre el gentío corrían rumores de orgiásticas reuniones entre los peregrinos.
En poco tiempo, lo que se creía una fuente de esperanza para un Imperio debilitado se estaba convirtiendo en un problema. La Inquisición, que en un principio tomo el milagro como una simple anécdota, decidió mandar inquisidores de las distintas ramas a investigar. El temor a la Herejía era tangible al igual que alguna influencia demoníaca o incluso de origen xenos.
Petrus, enterado de que la inquisición le investigaba, y temeroso del resultado, se encerró en la Imperial Fábrica de Tapices durante cuarenta días con sus respectivas noches. Solo, sin alimentos ni agua. Dejando el edificio totalmente clausurado tras bloquear todos los accesos al edificio desde el interior. Durante el cuadragésimo día de encierro llegó al planeta el primer inquisidor. Lejos de pasar desapercibido, según la práctica habitual de las investigaciones inquisitoriales de campo, se plantó, con todo su séquito y parafernalia, en la puerta principal del edificio. Tras estudiar como entrar y justo cuando iba a ordenar que se derribaran las puertas, salió Petrus. Es inexplicable como tras cuarenta días sin alimento ni bebida podía estar vivo, pero más inexplicable es el hecho de que rebosase energía y salud. 
Antes de que el inquisidor pudiera hacer nada, Petrus habló. Su voz suave, casi susurrante llegó a todos lo presentes. Los centenares de miles de peregrinos reunidos en los alrededores de la Imperial Fábrica de Tapices centraron toda su atención en la voz sosegada  e imponente de Petrus. Anunció que el Emperador le había hablado en persona dándole una misión sagrada que de momento solo él podía saber, pero que su milagro debía ser conocido por todo el Imperio y decretó una cruzada. Ordenó volver a los peregrinos a sus planetas con el mensaje de lo que allí había ocurrido. Naciendo así la Cruzada de la Esperanza. Para convencerlos y como muestra de la veracidad de sus palabras hizo entrar a varios peregrinos al interior del edificio. Al salir mostraron tapices donde estaban tejidos las figuras de cuatro grandes guerreros adorados por la Humanidad. Las cuatro eran obras magnificas, que habrían necesitado del trabajo y dedicación de varios maestros tapiceros durante años. Solo un verdadero milagro podía explicar que estuvieran acabadas.
De las imponentes figuras de los tapices uno era un guerrero en una armadura gris, de larga melena rubia y acerados ojos azules, en una mano portaba una lanza y con la otra sujetaba unas cadenas con las que dominaba a dos grandes lobos blancos. Otro un poderoso guerrero con armadura verde, sucia de los combates y armado con un gran guadaña. El tercero era una figura voladora, bajo sus negras alas se veían las cálidas llamas de un retrorreactor, su rostro pálido contrastaba con su pelo azabache y su más oscura armadura. El último era un enorme guerrero con una recargada armadura azul sentado en un trono con una gran herida carmesí en el cuello.
Son los Primarcas de las legiones de Adeptus Astartes, anunció Petrus, que de nuevo  vienen a salvar a la Humanidad. La gente coreaba a Petrus y daba aleluyas al Emperador por haberse acordado de ellos y haberles enviado a un profeta, a un salvador escoltado por tan grandes guerreros. Ante tal herejía el inquisidor quiso detener a Petrus pero antes de que consiguiera dar las órdenes a su séquito y escolta, millares de peregrinos les atacaron y tras una breve resistencia fueron masacrados.
Tras esta acción las noticias dejaron de llegar desde Khimerrha. Pero se multiplicaban los planetas que ahora declaraban que aportarían sus esfuerzos y recursos a la Cruzada de la Esperanza de Petrus. La tenue influencia imperial se iba desvaneciendo por lo que el gobierno del sector movilizó a su flota y a varios regimientos de la Guardia Imperial para reafirmar el poder del Emperador en la zona. Una fuerza de invasión se dirigía a Khimerrha con el objetico de asegurar el planeta, aclarar esta cruzada y hacer fluir de nuevo el promethium del sistema a todo el sector.
Los rumores de las imágenes de los Primarcas llegaron a oídos de representantes de varios capítulos que mandaron a diversas fuerzas al sistema, pues había incluso informaciones de que se habían encontrado diversas reliquias en los grandes mares de arena del planeta. La Inquisición, ahora segura de la presencia caótica o xenos en el planeta, y deseosa de venganza, decide descubrir la verdad del milagro y acabar con él, antes de que la Cruzada Herética se extienda por todo el sector Ultima Segmentum. 

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